Explicación de una foto.
La escena empieza por la izquierda y va subiendo para completar la vuelta en el sentido de las agujas del reloj.
Primera estación:
El teclado Casio que se ve como a las 7.
Este es un sueño genético, y confieso que irremediablemente inconcluso. Viene en mis genes la capacidad para interpretar al piano y la admiración por los grandes Compositores, tal como sí hicieron mis padres y mis 9 hermanos (especial mención a Federico); solo que a mí se me complicó mi actitud ante el ancestral instrumento. En la actualidad, ya este equipo está dañado por el clima de esta zona, pero siempre me acompaña.
La música eleva la categoría del ser humano; por eso es desde el fondo del alma que brota la inspiración, y por eso no se vale monetizarla y mucho menos degradarla, prostituirla, con mensajes y bailes inmorales...y menos, diría yo, dejarse envolver por esta baratez.
Segunda estación:
El cuadro que se ve como a las 10.
No, no es porque yo haya querido ser pintor como mi hermana Linda o como mi esposa Gabi, y mucho menos como lo fue mi ancestro Cristóbal de Quesada y Aldana, sino que adquirí esta cuadro en la tienda ArtDeco de Daniel Sánchez Luna porque me recuerda a don Quijote. Antes, he imaginado varias veces, que el Hidalgo pudo haberse enfrentado con algunos árboles tropicales en vez de con molinos, solo que la idea de pelear contra molinos es extraordinariamente original, insuperable e inolvidable.
Tercera estación:
La daga, como a las 11.
Es un cuchillo filosísimo y en parte aserrado, completamente inoxidable y con un símbolo en la empuñadura, arma que me transporta a mi pubertad, cuando Salgari y los Piratas de Sandokán me hicieron soñar. Nunca lo he usado pues lo considero peligroso por lo filoso que es. Tiene su estuche original.
Cuarta estación:
La escuadra automática Bersa de 9mm, para ahuyentar los coyotes. Me transporta a la infancia en recuerdo de unas pistolas que nos regalaron, a Jose y a mí, los hermanos mayores Rafael y Francisco y por la admiración que me enseñaron a sentir nuestros hermanos Luis y Miguel por los pistoleros que hacían el bien.
Hoy me sirve para entretenerme en familia disparando tiro al blanco sus plomizos balines, sin pensar siquiera en dirigir el tiro a los pajarillos.
Quinta estación:
En el puro centro, la espada toledana.
Espadas tuve muchas, de madera, pero siempre admiré las imágenes templarias. Cuando estuve en Toledo, no pude resistir la curiosidad de conocer una fábrica de armas ancestrales que lleva varias generaciones en el mercado. Tuve que esconderla en el fondo de una valija y hasta llegar a Costa Rica la pude acariciar, por eso ocupa el centro de la exposición.
De esta gótica ciudad salió hacia Andalucía Pedro Díaz Carrillo de Toledo y Palomeque, padre genético de los primeros Quesada de Jaén.
Mi espadachín héroe no resulta ser D'Artagnán ni alguno de sus compañeros, ni Cirano de Bergerac, sino Buenrevés, Real de Buenrevés, personaje dado a conocer por Miguel Zevaco, aunque todos son objeto de mi admiración.
Sexta estación:
Carabina con mira telescópica PowerTop.
Pese a ser muy pesado, es el tipo de rifle con el que tenés muchas posibilidades de dar en el blanco, siempre y cuando hagás de francotirador, con toda la paciencia del caso. En la infancia, usábamos las patas traseras de sillas de madera, pues tienen una forma que permite a la imaginación hacerte sentir armado. Así fue como mi hermano Jose y yo despedazamos alguna silla de la casa. Hoy día, estas montañas ya no están tan pobladas de fieras como sí las había hace unos años, pero las visitas de mi casa se entretienen mucho disparando al blanco balines y copas.
Sétima Estación:
El sombrero.
Este sombrero es casual, cambiante porque me duran muy poco, también puede ser sustituido por una gorra. Nunca he frecuentado el uso de esta prenda, pero ahora que vivo a 1.490msnm siento a veces la necesidad de cubrirme en aquellos momentos excepcionales en que se despeja el nublado cielo que solemos tener, al igual que lo hace mi hermano Miguel. En ese mismo clavo cuelga un catalejo que siempre me acompaña pero que nunca uso; eso lo usaban los bucaneros y los aventureros de Verne.
Octava estación:
El telescopio Celestron.
No quiero dar la impresión de frustración, pero la astronomía y la antropología son carreras que con gusto habría cursado, solo que me ofrecieron una beca y la tuve que aprovechar, pero condicionada a licenciatura en administración, y así alcancé mi título universitario.
Bueno, este telescopio obsequiado por Gabi, quien me lo trajo de Panamá, no ha podido ser usado, pues no he encontrado quien lo ponga a punto y me pase algunos volados. Hay tutoriales en la red, pero todos en inglés. Son muy escasas las noches, yo diría momentos, en que el cielo de mi casa se muestra despejado, pero ni modo.
Novena estación:
La mesa de noche.
El contenido de esta mesa explica la expresión chunchero, tilichero y otros epítetos, pero no voy a detallar ese contenido, sino lo que está encima de ella: una pila de libros en proceso de lectura. Un día leo de uno y otro, de otro; y ahí voy avanzando hasta ponerme al día. Desde niño me gusta la lectura, siempre leo, pero no cambio el tiempo en que mis hermanas nos inducían a ella. Linda nos regalaba libros y Yami y Quelo nos los leían; de verdad que la pasábamos muy bien.
Décima estación:
Otros rincones de mi casa tienen estaciones con historia, pero eso es tema de otra publicación.
-
Tengo muy claro que este rincón no es obsesivo con los recuerdos; es tan solo una dulce caricia de mi pasado y mi presente que me acompañan hacia el futuro; porque a su vez, son elementos relacionados con la gran obra creada por Yahweh.
2020
Padre Celestial, ahora que estamos siendo atacados por una pandemia (covid-19) que ataca nuestras debilidades queremos manifestarte nuestra humildad y arrepentimiento, porque lejos de ver esta desgracia como una prueba, somos conscientes de que se trata de una consecuencia de nuestro camino apartado del maravilloso sendero que pusiste a nuestra disposición.
A la par de este ataque estamos a las puertas de mayores consecuencias no solo en el aspecto climático y en nuestros fundamentos como civilización están expuestos como estructuras débiles y torcidas, sino también desde el punto de vista moral, donde nuestra conducta deja mucho que desear al comprararla con los patrones que dejaste definidos para nosotros.
Tenemos a nuestro alcance toda la vida conocida de tu Hijo en esta tierra, son los pasos que debemos seguir, y para eso contamos con tu protección y amparo en los cambios que tenemos que hacer en nuestra conducta para gozar de tu poderosa compañía. Así, y solo así, seremos poderosos y triunfadores, la Palabra está plagada de ejemplos de cuando las personas se someten a tu gobierno.
Esta circunstancia nos mantiene separados, alojados en nuestras casas, pero algún día podremos reintegrarnos a la actividad temporal de esta vida terrenal y no podremos jamás seguir los mismos pasos, ni tampoco ser tan miopes como para causar mayor declive en nuestra convivencia.
Siguiendo tus mandamientos, obedeciéndote en todo y a costa de todo, podremos alcanzar plenitud en esta vida transitoria, podremos vivir en una sociedad mejor y llena de oportunidades para todos. Podrán las naciones reanudar y reafirmar lazos de amistad abrazados todos, optimistas porque sabemos cuáles son los errores que no debemos volver a cometer.
☻
01/03/2013
Otro sueño.
Hace como 3 días tuve un sueño, pero no le he podido despejar, me corroe sin mortificarme, no sé qué pasa.
Algo hay de un bus, iba con un grupo, pero los detalles están nublados, no puedo reconstruir nada.
Después, iba por una calle de tierra, medio cubierta de arena gris, en medio de frondosos árboles tropicales de los que colgaban mechas de musgos y lianas mecidas por el viento. Había un contraste agradable entre el verde del follaje y el café de los troncos corrugados y pringados de líquines.
Subía una leve pendiente, en medio del camino, había humedad de reciente aguacero, pero no charcos ni gotas que cayeran de las ramas altas que cubrían el sendero.
De pronto ví, a mi izquierda, un toro enorme, entre blancuzco y con pintas negras (similar como las holstein), de pie, intrigado por mi caminar. A su lado había otro animal café, que yo intuí era una vaca.
Cuando el toro caminó hacia mí, torcí por una desviación hacia la derecha y encontré un montículo de piedras sobre el que me subí. Al llegar arriba, me sostuve agarrado de ramas delgadas que facilitaron mi sostén.
Pude ver pasar a ambos animales hacia el fondo del camino, trotando y con ese ruido de sus pezuñas en la penumbra de la noche.
Pasaron junto a una mujer que venía por el camino sin hacerle nada, jajaja.
Esa mujer se acercó al cúmulo de piedras sobre las que yo estaba subido y empezó a medio acomodar algunas... entonces me percaté de que eran como bloques apenas colocados, sin amalgama de ninguna especie, flojos.
La mujer era joven, delgada y con ropa semi deportiva. La dejé marchar y analicé los bloques sobre los que estaba... se tambaleaban ante cualquier movimiento mío. En la cara exterior tenían petroglifos con caracteres mayas grabados.
Definitivamente no me podía bajar sin desarmar ese rompecabezas y quebrarme la vida entre los pedruzcos. Ahí quedé, asido a las ramas. Al rato comencé a "monear" en las ramas hasta alcanzar el tronco del árbol y empezar mi descenso.
Bueno, este sueño me hace recordar una historia que contaba mi hermano Luis Felipe, que una vez iba por entre cafetales en Sabanilla montado en su bici.
De pronto se topó con un toro negro e irremediablente tenían que encontrarse. Detuvo la bici y corrió a subirse a un enorme árbol que servía de sostén a los alambres de la cerca de una finca.
Cuando el toro siguió su camino, Luis descubrió que el árbol estaba cundido de espinas enormes, como del tamaño de una uña de la mano... sencillamente no podía bajarse.
Tuvo que agenciárselas para moverse un poco y lanzarse al vacío en medio de la penumbra.
Otros días que pasó por ahí, se maravillaba de la dificultad que presentaba ese árbol para subirse, era imposible!.
☺
Día uno:
En días recientes he sentido una nube de hechos y tenues pistas de que algo pasa a mi alrededor; no me cuesta llegar a sentir miedo, temores e inseguridades laborales y personales que están descalibrando todos mis mecanismos de control.
Siento que me siguen por las calles y que tienen el poder de mezclarse en asuntos de mi trabajo y hasta deambulan dentro de mi computadora. Intuyo a ciegas que buscan algo de mí.
Es confuso, no logro cuajar la situación para ver qué hago.
Día dos:
He sido invitado a conocer un laboratorio espacial en Guanacaste, un sitio enorme y lleno de jóvenes geniecillos que apuntalan todos los detalles de un novedoso sistema de locomoción intergaláctivo.
Carajillos como soy en mi interior, divago mentalmente y adivino que ellos, mis anfitriones, insisten en que mantenga un perfil bajo para poder cruzar a través de los sistemas de seguridad del lugar y así poder enseñarme poderosos experimentos totalmente alejados de la investigación espacial, camuflados dentro de todo ese aparato que se muestra al mundo para recaudar fondos y así financiar tales experimentos ultrasecretos.
Jajaja, mi mente delira ante la ciencia pura...
Caminamos con soltura por los pasillos, y uno de los anfitriones, que saluda acá y acullá, es el que usa una tarjeta que abre todas las puertas que salen a nuestro paso.
Como esperando el momento apropiado, abordamos una mesa exterior de la soda y pedimos pinto y sopa negra con bastante chile, lo que consumimos con gran algarabía, casi diría que como para que nos vean y nos etiqueten como bulliciosos turistas locales.
Al llegar la noche, nos internamos en el jardín más apartado, el que está detrás de la biblioteca, la cual luce vacía a esas horas. Todos portamos cámaras fotográficas para captar, ver y disfrutar un sol enorme y anaranjado que baja rápidamente al otro lado de las montañas.
Día tres:
No supe cómo, pero cuando pasamos por una glorieta recargada de vegetación, sentí que me desvanecía y de seguro entré en camilla o alzado al sitio al que me llevaron, pues no recuerdo nada.
Ellos tenían un cuarto vacío, con unas sillas para combatir el aburrimiento y un puesto de oficina en un rincón, donde encontré un anciano científico ajeno al mal, pero capáz de satisfacer todas las investigaciones que el grupo se propusiera, secuestrado como estaba, lo cual es fácil adivinar.
Asentí a viajar con ellos, porque me abordaron con el tema que me tiene desvelado desde hace días: una investigación genealógica que pasó de una inocente elaboración de la lista de mis antepasados directos a la confección de un enorme árbol genealógico colmado de detalles de los lugares de nacimiento y residencia, fechas, copias de documentos originales de bautizos, bodas y defunciones, etc.
Lo interesante fue que al armar el tronco del árbol, luego me fue interesando agregar hermanos y primos de esos familiares directos y luego, en un alarde de manejo de información y uso de técnicas de investigación más poderosas, empezar a retornar al presente desde cada una de esas ramas.
De esta manera, se conformó un ejército de nombres de familiares que viven en la actualidad, con diferentes apellidos y lugares de residencia, totalmente ajenos al lazo familiar que los une.
Por otro lado, aunque no me lo proponía, conforme me internaba en el pasado, aparecían nombres que conectan con lo que han dado a llamar La Dinastía de los Conquistadores y así, los antepasados, en vez de verse más rústicos conforme más lejanos quedaron, lucen interesantes y cargados de abolengo.
Un resumen de esa información la había publicado en mi blog y ellos la encontraron, llamándoles la atención un detalle:
Hice una genialidad con un documento que encontré en la página de un famoso genealogista, y la incrusté en el blog.
Ellos me dijeron que ese investigador, días después suprimió esa información, pero que la copia que hice tiene la clave de un asunto grave en el que puede fundamentarse la disputa de una herencia colonial que me puede sacar de pobre.
Claro, hablábamos de Lucas de Quesada y Chinchilla, el último de mis antepasados documentado y por eso no me costó nada creer un poco en lo que decían.
Me hizo gracia el asunto y, sin el menor asomo de ambición monetaria, fui entrando en la trama, tan solo porque los personajes investigados eran los de mi propia familia... claro, tengo frescos los recuerdos de que en mi familia siempre se habló de que en la casa del Barrio La Dolorosa había una botija llena de dinero de monseñor Anselmo, el anterior propietario del terreno.
Ellos me inspiraron confianza, pues todos portaban folletos con listones de sus propios familiares, expertos como se presentaban en estos asuntos de genealogía.
Día cuatro:
Poco a poco fui comprendiendo que querían ver mis documentos, pero como me habían espiado por todo lado sabían que solo mi llave malla los contenía... claro pudieron escanear mis llave pero la carpeta tiene clave.
Mis claves son un dilema inexcrutable, pero para mí no lo son. Eso lo aprendí de Diotallevi, el de Eco. Son todas claves distintas, pero obedecen a una composición sistemática basada en un algoritmo que diseñé y solo yo conozco. De esa manera, puedo abrir y cerrar cualquier archivo encriptado por mí en un santiamén, a pesar del paso del tiempo. Ese algoritmo es una llave que me abre y cierra todos mis archivos, sin necesidad de ser una estructura que se repita, ni tengo que memorizarla, solo manejo mi algoritmo y ya.
Vi el computador que estos maes tenían, donde habían conectado la llave y trataban de desencriptar el archivo: genealogía-Quesada, pero mierda, no podían esos maes.
Sabía que no iba a poder resistir la tortura o golpes, pues la edad ya no me lo permite.
Del joven que se quejaba con cólera porque el país "se puso de rodillas en los tratados de libre comercio cuando teníamos que renegociar aunque nos muriéramos de hambre" ya no queda nada y por eso me moría del miedo son solo imaginar que ya empezara lo rudo.
Debo confesar que me desmayé.
Día quinto:
Al despertar ya los maes habían perdido el glamour y se aprestaban a sopapearme hasta que les dijera la clave del archivo, se veían como deseosos de empezar la golpiza porque ahora le podían echar la culpa de la estupidez a la compu que no pudo encontrar la clave.
Sonó un estruendo lejano y todos se fueron corriendo hacia las instalaciones científicas...
En ese momento, el viejillo me dijo que dijera la clave porque me iban a torturar a mí y a mis familiares, que les diera el dato y que me iban a dejar en paz porque poco importaba que yo supiera algo de eso y nunca iba a comprender lo que ellos estaban haciendo.
_Vea, ellos han sido enormemente perjudicados en un asunto en el cual están involucrados sus familiares, pero no pueden trabajar con esos descendientes actuales pues esa familia explosionó incontrolablemente, no pueden ser localizados; de hecho, sabemos que usted está en la búsqueda de los Quesada.
Les resulta más fácil trabajar con un solo antepasado y de ahí cortar la descendencia de manera tal que producirían un cambio en el resultado presente y así se recuperarían del daño, evitándolo.
No dude, se proponen matar a alguno de sus antepasados y así las personas del presente dejarían de existir instantáneamente.
Me costaba creerle al viejo, mas me parecía que disfrutaba en perturbarme y de seguro sentía gozo al saber que me iban a dar de patadas para que les diera la clave.
Trababa de calcular algunas cosas que podría decir o hacer, pero el no saber lo que se proponían me mantenía en ascuas.
Apareció uno de los chavalos, se me acercó casi sin determinarme y de pronto me cogió un poco de pelo de la cabeza, con una rudeza insospechada, con la otra mano me amenazó mientras yo trataba de subir el cuerpo para evitar el jalonazo. _Diga la clave y lo dejamos en paz, basura!
_¿Qué van a hacer?, ¿cuál es el documento que buscan?
_Ya vienen a hablar con usted, solo voy a ablandarlo para que coopere, basura. _y de seguido me rompió los labios de un manazo y luego me sacó el aire con solo arrimarme la rodilla al estómago.... ¡no recordaba la sensación de perder el aire!, menos estando amarrado, que uno no puede hacer ciertos aspavientos que le ayudan a recuperarse. No se lo deseo a nadie.
Entraron los elegantes y me rodearon, yo casi no podía entender lo que decían porque me hablaban entre todos, conteniéndose unos a otros porque me querían patear.
Uno cree que la realidad es inevitable, pero la ciencia ficción nos ha hecho creer que se puede ir al pasado y causar una paradoja, cambiando los acontecimientos con solo afectarlos desde ese pasado. Es una idea bonita para divagar y elucubrar, pero es imposible, porque uno existe y todo lo que hay en este momento existe, no puede "no existir de un momento a otro"... ¿o sí?
Eso, y el miedo, me convenció de colaborar, les dije que me dejaran digitar la clave con tal de sentirme suelto. Al levantarme, casi caigo al suelo, me faltaban las fuerzas y el valor.
Se avalanzaron como perros a recorrer las documentos escaneados de mis 500 antepasados hasta que se detuvieron en uno.
Aguzando el entendimiento, comprendí que el de Ángela Casia de Jesús Quesada Prado. Nooo, dije para mis adentros, mi antepasada favorita, todos la escogían como madrina del bautizo de los niños de sus 12 hermanos y sobrinos.
Poco a poco me dí cuenta que querían matarla para evitar el nacimiento de Judas de las Mercedes en 1860, bautizado en Guadalupe de Goicoechea.
Casiana, como la llamaban, había nacido en 1838 en Sabanilla de los Granados (hoy de Montes de Oca), casó con Sebastián Quesada León. Tuvieron dos hijos que murieron al nacer: Rafaela Jerónima Quesada Quesada y Rafael de Jesús Quesada Quesada.
Al enviudar, Casiana casó con José Mora y se desconoce si tuvieron hijos.
No veía en qué se basaban para adjudicarle un hijo llamado Judas, pero no quería entablar conversación que pudiera sacarlos de algún error; solo les decía que estaban equivocados.
Ellos tomaron los salveques y se metieron al cuarto secreto, dejándome con el viejo, no sin antes decirme que solo iban a tomar a Judas. Él no me quitaba la vista y pronto me dijo que quería ver el momento en que desparecía de la realidad en cuanto ellos mataran a Casiana y a Judas.
Yo estaba frente a la máquina, moví los archivos digitales y encontré los nacidos en 1860.. ahí estaba Judas.
Le dije al viejo que igual daba desaparecerme frente a sus ojos que si me iba a la casa a organizar mi desaparición, le metí un empujón y salté por una ventana.
Iba a asomarme al cuarto secreto, pero había furiosos perros, tenía que eludir, subiendo a un árbol cuyas ramas sobrepasaban la tapia.
Ya libre, corrí por las calles. De pronto recordé que el caso de Judas me había llamado la atención. Judas no era hijo de Casiana, era su ahijado, ella fue la madrina de bautizo. Judas fue hijo de Gregoria Ramona Quesada Prado con Yrés Andrés Quirós, solo que en el acta de bautizo se equivocaron consignando que la madre era Casiana.
Los maleantes iban para Guadalupe a buscar a Casiana y a Judas y ese antepasado ya estaba en el cementerio, pues también murió al nacer... recordemos que el cólera hacía estragos todavía luego de la Campaña de 1856.
Al pasar por la delegación de policía entré y tomé una hoja, anoté los datos de la casa y puse que en el cuarto secreto tenían droga hasta decir basta, la entregué pidiendo confidencialidad para proteger mi integridad y me fui.
Esa carta fue firmada con el nombre de Judas de las Mercedes, jajaja
(No es posible desprender lo soñado con lo real, pues ni yo mismo recuerdo el límite de dichos eventos).
Continuará...
☺
El 13/11/2010 me vi frente a un vendedor de lotería.
Sin pensarlo mucho escogí el número y compré casi un billete.
Luego, estaba en un potrero inclinado, de seguro de esos que resultan ideales para coger una caja de cartón, desarmarla, pasarle candela y lanzarse al vacío una y otra vez.
De pronto, pasó una avioneta lanzando objetos diminutos.
A mi alrededor había varias personas conocidas pero irreconocibles en mi recuerdo y conforme los objetos se iban haciendo grandes al finalizar su caída, nos aprestábamos con gran algarabía a ver si podíamos atajar alguno; a mí me correspondió atajar el primero. Se trataba de un diario impreso, doblado en 3 partes. Al desplegarlo, noto que en la esquina superior derecha apareció destacado el número que había comprado y los del derredor se mostraban complacidos.
Ya en la realidad, es fácil hacer cábalas y notar coincidencias de ese número con otros de la propia vida y del presente, por lo que me voy a poner a jugarlo este fin de año... si pego les cuento de qué número se trata.
☺
-->
wikiComo - script src="http://pagead2.googlesyndication.com/pagead/show_ads.js" type="text/javascript">
☺
☺
El 19/09/2010 tuve un sueño:
Estaba sentado en un corredor o cochera, frente al mar, con una niña en brazos.
Veía el sol que bajaba para ocultarse, pero noté que se puso blanco brillante y descendió muy rápido en su tramo final.
Las nubes que componían el paisaje, enormes y blancas blancas, cayeron fugazmente como un telón y entonces el mar esgrimió unas olas enormes, la primera de las cuales llegó hasta mis pies.
Entonces me dí por perdido, abrazando a la nena.
Algo me alertó y supe que si me marchaba hacia San José, el mar nunca subiría 1200m y entonces estaría salvado, por lo que me marché de inmediato.
-
19/03/2020
Acabo de colgar el teléfono, pues me llamó Giovanni Filomena Arce, quien fuera mi ayudante en la Unidad de Mobiliario y Equipo del Bancosta, allá por los años 70'80 del siglo XX.
Fue una conversación muy agradable, y retrotrajimos varios excelentes recuerdos comunes, para revivir la amistad por tantos años interrumpida.
El detalle que más destacamos es el que se explica cuando uno encuentra la relación entre estas personas:
Gerardo Quesada Mayorga, Giovanni Filomena Arce, Rafael Acosta Páez, Guillermo Millet Bonilla, Luis Gerardo Sánchez Garrido, Rafael Hernández Arias y Rodolfo Quirós Sánchez.
Si, tuvimos en común trabajar en el BCR, pero no es eso.
Bueno, lo que tuvimos en común es que aprovechávamos la interrupción de la jornada laboral desde las 11am a la 1:15 para irnos a La Sabana. Cogíamos bus de Sabana Cementerio y nos regresábamos en Cementerio Sabana, o,las más de las veces, íbamos en el wolkswagen de Rafa Acosta.
Nos cambiábamos ropa y nos poníamos a jugar tenis durante un gran rato. Regresábamos al banco y nos bañabamos para reanudar la jornada.
Muy bonita época.
-
2017-2020
Gasnende Eciñe
Esta podría ser la historia de tres niños, pero en esta oportunidad solo quiero plasmar algunos recuerdos acumulados a lo largo de un extenso período con uno de ellos; ciertamente, con una de ellos: con Gasnende Eciñe. ¡Bienvenida, Gas, a mi vida, jamás te olvidaré¡
La historia no empieza en el 2017, realmente tengo algunos recuersos de cuando era más pequeña. Veamos algunos pasajes:
Verano de 2012:
Fuimos juntos a disfrutar de las piscinas en un club de profesionales que queda en Cebadilla de Alajuela. Te pusieron un bikini color azul estampado con conejitos celestes. Se te veía precioso y yo quedé enamorado, aunque no te diste ni cuenta, a pesar de mis cumplidos y pelliscos en tus cachetes.
Únicamente te diste cuenta de mi insistencia cuando tu mamá te cambió el pañal delante de todos y te hice la foto en la que quedaste mirándome fijamente. Por el Creador, que así como tu mirada hacia mí no fue de sensura ni de temor, la mía tampoco iba cargada de malicia ni nada que pudiera ofender tu inocencia, y menos a mi Padre Celestial.
Este factor de respeto por tu humanidad y tu inocencia se mantendrá a lo largo de toda nuestra relación, aunque mi condición de "viejo alcahueta" y con preferencias evidentes hacia vós, distorsione las escenas ante los ojos de terceros. Mi temor a ofender a mi Creador guía en todo momento mis pasos, y lejos de ser recordado como un abusador o un violador, deseo ser recordado como alguien que amó sin fronteras, y solamente con los límites de ese amor Divino.
Cercanía del día de Niño en 2012:
Fuimos a un supermercado y nos alojamos en una soda, y mientras esperábamos a ser servidos, te agarraste de la mesa y empesaste a decirme un montón de cosas lindísimas, moviendo la carita para hacer más expresivo el momento. No podía escucharte, pero entendí todo o que se necesitaba, y era que nos estábamos comunicando de maravillas. Ese día comprendí que podemos entablar conexión muy íntima desde nuestras personalidades interiores, hablarnos con gestos, amarnos con la mirada, acariciarnos desde lejos; en fin, se estableció un lazo indisoluble.
Más adelante fuimos juntos a muchas playas, balnearios y fiestas familiares, y yo permanecía pendiente de vos: cómo ibas vestida, si llevabas pastila para las curvas del camino, si había que cuidarte cuando te adentrabas en las aguas o si corrías de un lado para otro entrando y saliendo de habitaciones. Me sentía como un guardián fiel que nunca permitiría que te pasara nada. A nuestro alrededor permanecieron tus hemanos, tus primitas y primos, tus tías, tus padres, y aunque a todos brindaba atención, conversación y les hacía fotos, mi primordial especialidad iba en tu dirección permanentemente.
El año 2013 marcó mi vida, porque fue el año de mi jubilación, fue el año en que la situación con mis hijas se hizo insoportable y me dejaron de hablar, de ahí derivó el terrible hecho de que me impidieran ver a mi nieto, el cual, dicho sea de paso, tiene una edad similar a la tuya, pues nacisteis el mismo año.
Cabe destacar que tu famiia, tías y tíos, se dedicaba a atender a los niños propios, y tus jóvenes padres se veían a palitos para poder atenderlos a ustedes tres; de esa manera, cuando íbamos de paseo o de fiesta, se liberaban un poco de esos controles y yo asumía todo lo que podía para que ellos descansaran. Poco a poco, noté que ustedes tres podían llenar en mucho el vacío de mi nieto en mi corazón y me decidí a amarlos como si de nietos se tratara.
Es así como empecé a visitarlos para los días de cumpleaños, en la navidad, para verlos cuando los vestían para la entrada a clases, cuando se reportaban enfermos, cuando había que ir a transportarlos de la guardería, para llevarles un regalo, etc; múltiples ocasiones en que les daba mi amor sincero, y especialmente a vós.
Mis necesidades de alzar a alguien, de correr con alguien, de tirarme al suelo a jugar con alguien, de gritar y reír, de conversar y traspasar ideas formativas en cuanto a las aspiraciones profesionales, el amor al Padre Eterno, el respeto a los papás, la lectura de la Biblia, el desarrollo mental a través de juegos de mesa, tuvieron amplia cabida en muchas ocasiones en que logramos que nos visitaran en mi casa.
Geto, mi esposa y tía tuya, se sumaba poco a poco a la labor de cargar con ustedes, solo que la presencia del trío era demasiado, así que decidimos que cuando se iban a quedar a dormir nos acompañara uno a la vez. Esto me proporcionó el privilegio de intimar más con cada uno, especialmente contigo, con lo cual creció más mi amor.
Aprovechábamos el esplendor de día para que pudieras correr por el patio montada a caballo sobre mi espalda, me pedías que te llevara hasta la casa alzadita mientras ibas acostada en mis brazos a pesar de que les había comprado botitas para caminar en el barro, permanecías en todo momento a horcajas al costado de mi cintura cuando te tenía alzada con uno de mis brazos, te compañaba cuando estabas brincando en el trampolín, íbamos a coger frutas silvestres o de las que nosotros cultivábamos, te montabas a mecerte en la hamaca que hice para vós y yo tenía que empujarte para que casi volaras y te abrazaba y besaba cuando regresabas por el impulso, subías o bajabas por la tabla inclinada que había en el muro, abrazada primero, luego de la mano y finalmente solita, como una valiente, siempre felicitada y aplaudida en cada logro.
Si caía la lluvia, entrábamos a la casa y jugábamos monopolio, bingo, a dibujar, a crear frases, a identificar las letras de alfabeto, poníamos videos musicales en la tv y bailábamos como locos, hacíamos piruetas y trucos en la cama y nos sentíamos como las parejas de patinaje sobre el hielo o las concursantes de la tv. Siempre te alentaba a alcanzar una mejor puntuación, un mayor desempeño, una mejora en todo, y parecía que estábamos jugando.
En todas las actividades, al sol o dentro de la casa, había una compenetración intelectual y establecíamos un contacto físico fraternal y amoroso, yo te colmaba de besos en todo momento, olía tu cuellito al momento de llenarlo de besos y me pegaba a tu ropita para aspirar tu aroma, besaba tu cabeza y aspiraba el olor de tu champú sin importarme si había piojos o no, escuchaba atentamente todos tus relatos, tus hazañas, tus cantos distraídos, y acataba todas tus órdenes y caprichos.
Aproveché tu anuencia para acompañarte en el lavado correcto de manos, en el cepillado de los dientes y hasta cuidaba de vós a la hora en que orinabas o te bañabas, momento en el que te secaba y ayudaba a vestirte con la nueva ropita. De seguro recordarás el gran respeto que te profesaba y a la vez, el gran amor con que me mantenía junto a vós en esos momentos, lejos de empañar mi vida o la tuya con una mirada morbosa o algún contacto físico dañino, denigrante u ofensivo para mi pequeña y amada sobrina. Si no lo recordás, te lo escribo para que sepás que hubo alguien que supo cuidarte y respetarte con el mayor amor del mundo.
En el 2019 hubo una ruptura terrible, a mediados de octubre tuve que operarme de la próstata cancerosa y la situación de convalescencia se extendió hasta mediados del 2020. Siempre optimista de que algún día podría volver a mi nivel de salud anterior, fui viendo cómo el Creador previó todas las mejoras que debían venir para mí como lenta restauración, lo cual agradecía diariamente en adoración y agradecimiento.
Un día en que nos encontramos en soledad momentánea, te subiste a mi pierna como antes, y te pude abrazar y besar enchido de emoción y cariño, pero rápido te quitaste por temor a dañarme en mi convalecencia. Qué sabiduría.
Otro día de esa navidad del 2019 nos encontramos a solas en el vestidor de mi casa y me pediste que te alzara. Te habían dicho y me habían dicho, que no podía alzar cosas pesadas, menos una niña de 35 o más kilos, pero la tentación para los dos fue más bien un reto. Y por un segundo interminable mis brazos y mi cintura de 67 años recuperaron su fuerza y logré cargar fácilmente con vós, y así nos mantuvimos, llenándo de besos tu cuello y tu cabecita completamente pegada a mí, disfrutanto como lo hacíamos antes y, porqué no, creo que ambos soñando con repertir en el futuro cercano. Deshicimos el abrazo rápidamente y nadie de quienes nos acompañaban supo nunca que me atreví a arriesgar mi salud en dicho momento tan precioso, fue una felicidad.
A la situación de salud anterior se sumó la aparición del covid.19, un virus dañino que obligó a la humanidad a distanciarse los unos de los otros para evitar el contagio.
Los designios de nuestro Padre Celestial son imprevistos, inexplicables; y en noviembre de 2020 se dio el caso de un viaje de mi esposa; yo pasaría dos noches en solitario y ella invitó a la familia Eciñe a que me vinieran a hacer compañía. Dejó comidas preparadas para esos días y se marchó.
Cuando la familia Eciñe llegó, abarqué a los niños con todo el amor y agradecimiento que me fue posible, especialmente con Gasnende.
Pues bien, al llegar la noche, los papás se refugiaron en un cuarto del frente y dispusieron que los tres niños durmieran en mi cuarto, en colchones inflables y, lo inaudito, ¡que Gasnende durmiera conmigo! ¿Se imaginan la felicidad que sentí desde ese momento? Al acostarnos, luego de meditar juntos en algunos versículos de la Biblia, la abracé y esperé pacientemente que terminara de jugar en el teléfono y se dispusiera a dormirse. Quedé vigilando su descanso y me dormí hasta que estuve seguro de que estaba dormidita.
El amanecer le pregunté cómo había dormido y conversamos con la naturalidad de personas que tienen tiempo de vivir juntos, qué belleza y qué inocencia.
A lo largo del día tuvimos muchos ratos de intimidad fraternal, dado que el papá se marchó con los dos varones a la práctica del deporte y la mamá, si bien quedó con nosotros, se puso a ver tele o en algunos tramos del día jugamos a armar un mapa mundi y un bingo. Cuando la mamá se metió al baño, espontáneamente me invitó Gasnende a jugar piruetas o maromas, un juego que hemos hecho muchas veces, con sus hermanos y principalmente, cuando estamos solos. Cuando lo hacemos solos hacemos atrevidas piruetas como las que hacen los bailarines en escenario o en pistas de hielo, sin importar que nuestros cuerpos se rocen o que nos abracemos intensamente felicitándonos por los logros, así como algunas veces finalizamos algunas maromas con un ataque de cosquillas encaramados en la cama, riendo a más no poder. De manera natural, y sin malicia, ella ha definido que ese nivel de cercanía e intimidad solo puede darse cuando estamos solos y que cuando estamos con los hermanos las practicamos de una manera más distante.
Desde mi operación en octubre de 2019 no hacíamos piruetas porque no es bien visto que yo la alze por los cuidados que debo tener, pero cuando estamos solos sí trato de volver a alzarla como lo hacíamos antes, en múltiples poses, y gozamos bastante. Estoy seguro que ella recordará con cariño estos momentos de infancia inocente y de respeto.
Más tarde, cuando la mamá se fue a bañar, nos quedamos en la sala, Gasnende jugando con el celular y yo a su lado, mirándola y amándola, apoyando sus proezas en los juegos y preguntando por tal o cual evento del juego. Siempre me acerco bastante para percivir su respiración y captar el olor dulce y divino de su cuerpito vigoroso. Le tomo la mano o algún dedo o paso mis manos por zonas descubiertas de su cuerpo para darle cariño y que mi compañía se le haga imprescindible aunque la "concentre" (por desconcentre); por cierto que ese día se estrenó una licra muy bonita y yo se la había alabado.
Resulta que ese día no se marcharon y se dispuso que entonces el hermanito pequeño iba a dormir conmigo y los dos mayores en el colchón inflable, tal como lo empezamos al acostarnos. Ella se había molestado porque estuvieron inquietos en la oración y yo los regañé; no me dio las buenas noches. Sin embargo, al ratillo de haber apagado la luz, hubo que encenderla porque el menorcito alegó no poder dormir en la alta cama pensando que se podía caer. Le propuso al hermano mayor cambiar de lugar, pero no quiso. Entonces le dijo a Gasnende y !ella se levantó como un resorte y corrió a acostarse a mi lado¡. Otra noche inolvidable cuyo disfrute me llevaré a la tumba, a la vez que doy gracias a nuestro Padre por haberme dado este momento tan puro e inocente.
En marzo de 2021 fuimos a un hospedaje en Guanacaste, de ahí pensábamos irnos a visitar las distintas playas de la cercanía.
Viajaste en el asiento de atrás del mío, y entonces íbamos felices mientras yo te miraba furtivamente por el espejo retrovisor a cada momento del camino.
No más llegar y acomodarnos en la cabina se vino la primera sorpresa, cuando te alistabas para irnos a la piscina, te hicieron ponerte por primera vez lo que llaman un top o sostén de preadolescencia, aunque yo opino que todavía no es necesario, pues con tus diez años de edad, no he notado más que un leve abultamiento debajo de la axila, como un exceso de grasita que no forma parte del seno.
En fin, así nos fuimos para la piscina. Estuvimos largo rato chapoteando y ensayando las distintas maromas y hazañas que forman parte del aprendizaje de la natación. Yo en medio de ustedes tres, atendiendo los llamados y supervisiones de cada uno. De cuando en vez nos abrazábamos y yo aprovechaba para decirte Te amo y estamparte besos en los cachetes. Sin embargo, nos mantuvimos muy rodeados de terceras personas.
Ello no impidió que en esos abrazos nos miráramos amorosamente y aumentáramos nuestra atracción. Hicimos un juego de sumergirnos abrazados y abrir los ojos dentro del agua, para mirarnos en esa posición. Yo subía mis manos desde tu cintura y tomaba tu carita para acercarla y vos me abrazabas bajo mis brazos; y para facilitar la cincronización de cuerpos tan dispares (vos 1.54cms y yo 1.72), te montabas en mi muslo durante todo el proceso.
Al llegar la noche, nuestras camas quedaron pegadas a la pared, haciendo fila, y por eso no tuve la cercanía deseada.
El día siguiente fuimos a una playa maravillosa: Playa Real, en Bahía Pirata, una preciosidad. Estuvimos tomados de la mano sorteando las olas y a cada rato nos abrazábamos tiernamente. De regreso al hotel, nos fuimos para la piscina, y en el rato que quedamos a solas, íbamos a jugar ojitos cuando se te ocurrió que nos sumergiéramos igual, pero en vez e vernos a los ojos adivináramos lo que la otra persona había dicho bajo el agua. Nos sumergíamos abrazados y vos montada en mi muslo, y cuando dije Te amo, esperaba que me dijeras Me doy y me sorprendiste cuando adivinaste Te amo, acertaste. Acertaste también Hamburguesa, Preciosa y otras palabras...yo solo pude acertar como 3 de las que dijiste en ese mundo maravilloso en el que las aguas rodeaban nuestros cuerpos. Fue algo inolvidable.
-
30 de diciembre de 2020, un día cualquiera…
Finalizando un año en que la Humanidad ha sido azotada por el virus sarscov2-19, tengo que apuntar un momento mágico vivido a pesar de las medidas profilácticas en defensa de la salud.
Ese día bajamos de Coronado a Moravia a dejar una maleta de Andrés, saludamos a Alejando y luego nos enrumbamos a dejar a Gabi en el salón de belleza de Guale en Goicoechea.
Mi tiempo libre estaba dispuesto para visitar a los sobrinos preferidos, por lo que tomé la ruta de Mozotal y al llegar, fui impresionado con los nuevos colores que estaba dando Carlos a la casa, en los que destacan el azul fuerte, el blanco y un rojo que tira a ladrillo. Sin duda la casa quedará muy linda, con los distintos páneles de colones.
Kevin estaba jugando con el play, un juego de un aventurero que se roba autos y aviones en su búsqueda desesperada de darle sentido a la vida.
Fernanda estaba armando pulseras y collares con unos abalorios de colores y distintas formas, totalmente emocionada en su ocupación.
Santiago iba y venía, acompañando tanto a Kevin como a Fernanda, y en comunicación constante conmigo.
Decidimos suspender el café que nos íbamos a tomar y alistamos todo para irnos a mi casa a pasar un rato en la montaña.
Al salir, recogimos a Gabi en Moravia y subimos en los dos carros a mi casa. Alistamos bajo la dirección de Maureen el pan y el café y nos dimos un buen refrigerio.
Estuvimos viendo tele y jugando con los teléfonos cuando nos dimos cuenta que Gabi se había ido por las cercas de las propiedades vecinas a perseguir un pato llamado Tuti. La veíamos a la distancia. Fer propuso que la fuéramos a acompañar.
Nos fuimos 4 hacia el patio: Fernanda, Kevin, Santiago y yo. Íbamos gritando para que Gabi nos oyera, solo que sin haber salido de la propiedad notamos que alguien nos acechaba.
Entre las ramas de los árboles, muy sigiloso, vimos a Carlos, quien cogía manzanitas silvestres hasta tener un puño apretado contra su pecho. Cuando nos dimos cuenta, ya nos estaba tirando manzanitas y había que correr para capearse, a la vez que nos acercábamos a los arbolitos a coger manzanitas y contestar la agresión. Yo les propuse que entre todos lo atacáramos a él y así nos mantuvimos un rato, corriendo de acá para allá y atacándonos con las manzanas. Fer y yo nos fuimos hacia otro lado a comer uchuvas y de paso nos dejábamos algunas feas para convertirlas en municiones contra Carlos.
Luego ellos estuvieron meciéndose en la hamaca hasta que Santi perdió el anillo.
Se hacía de noche y nos metimos a la casa.
Nuevamente frente al tele y los celulares, hasta que Kevin sacó un juego de mesa de fichas numeradas del 1 al 13 y Fer propuso que nos pusiéramos a jugar. Para variar, ganó Santi, quien ya tiene varias fechas de ser el ganador. No pudimos descubrir cuál es el truco, pero nos gana.
Luego empezamos a coger cucharadas de yogur de fresa porque había poco, y como Kevin hizo una broma al ofrecerle yo la primera cucharada, lo hice atollado al ofrecerle la segunda, y ya íbamos a armar un zafarrancho de los que nos jalamos, solo que Carlos nos dijo que: _ya, ya, ya.
Cuando se marcharon, quedé como siempre, cantando mi canción: “Lástima que terminó, la vacación de hoy, los niños se marchan ya, y solo quedaré, etc”.
Sí, fue un día cualquiera, ¡pero qué día!, momento de imágenes y sonidos inolvidables de todo lo que hicimos y que se quedarán en los rincones de mi cerebro para siempre; un tesoro de recuerdos que vivirá conmigo y le agradeceré por siempre a nuestro Padre Celestial.
Y mañana, cuando ya estén más grandes, nos reuniremos a recordar estas vaciladas y nos amaremos más.
No hay comentarios:
Publicar un comentario